lunes, 2 de octubre de 2017

Corazón, Iluminación y Libertad

 Por Pedro Kupfer, traducido del portugués.

De la tormenta causada por la triple miseria existencial
viene la búsqueda por el medio de destruirla.
¿Será esa búsqueda inútil?
No, pues el resultado obtenido por los medios comunes
no trae la seguridad ni tampoco es definitivo.

Este texto tiene como objetivo trazar un mapa y apuntar en direcciones posibles para el crecimiento interior usando las herramientas y la visión que el yoga tiene del ser humano. Por esto antes de abordar los asuntos mencionados en el título, necesitaremos primeramente, hacernos algunas preguntas que servirán como punto de partida para nuestra reflexión. Estas preguntas son tres:
·        ¿Cuál es el primer error?
·        ¿Dónde comienza este?
·        ¿Cómo podemos librarnos de él?
La primera pregunta tiene una respuesta fácil, pues según Patañjali el primero y más básico error del ser humano es la ignorancia. Ignorancia aquí no significa falta de inteligencia o agilidad mental. La palabra avidyā, en sánscrito, se refiere a un otro tipo de ignorancia; se refiere a la incapacidad de responder a la pregunta ¿quién soy yo? Recordemos que el objetivo del yoga es abolir la conciencia burda en beneficio de una conciencia Superior y a través de ella absorbernos en el principio consiente llamado Puruṣa. Que en otras palabras puede querer decir ¿Cuál es mi esencia, quién es mi verdadero Ser?
La segunda pregunta pide una reflexión más profunda, ya que no existe inicio para la ignorancia humana. Ella nos acompaña desde antes de nuestro nacimiento. En esta vida, la ignorancia comienza junto con la primera inspiración que hacemos al nacer. Junto con esa primera inspiración, comienza un proceso gradual de identificación del ego y la mente con el cuerpo, que se intensificará conforme crecemos.
La tercera pregunta requiere de más reflexión aún y será respondida a lo largo de este texto. La afirmación anterior según la cual la ignorancia nos acompaña desde antes del nacimiento, no incluye necesariamente la creencia de la metempsicosis (reencarnación), sin embargo está explícitamente incluida en los aforismos del yoga de Patañjali, así como en la totalidad de las escrituras del yoga de la antigüedad. No necesitamos de detenernos en estos detalles Pues aunque no aceptemos la teoría de la trasmigración de las almas, el yoga puede hacer una tremenda diferencia en nuestras vidas. Basta pensar que, aunque la ignorancia sea innata, ¡es posible librarse de ella!

Karma é ignorancia existencial
Patañjali menciona en el yoga sutra el término jati, Qué significa herencia o nacimiento. El término jati define el nacimiento humano sólo como una de las fases de una sucesión de innumerables nacimientos, vidas y muertes, un proceso conocido como saṁsāra, qué puede ser Comparado a una rueda que gira incesantemente, manteniendo las almas aprisionadas a través de la ley de causalidad (karma).
El destino individual es definido por cada uno de nosotros, pues, siendo dotados de libre albedrío, podemos siempre optar entre lo correcto y lo equivocado y, consecuentemente, liberarnos de los condicionamientos de modo de salir de la rueda del saṁsāra.
Sin embargo, conforme el error existencial se va agravando, nuestras creencias y miedos se van cristalizando y acabamos por asemejarnos a una pupa, presa dentro del capullo que ella misma tejió, y de la cual no puede más salir.
Casi todos nosotros, seres humanos, somos como la pupa que no consigue liberarse y que no teniendo fuerzas para salir de la prisión fabricada por sí misma, va muriendo dentro de ella. No conseguimos trascender, no conseguimos observar la realidad que se esconde detrás del mundo de las apariencias.

La dictadura del ego.
Gastamos tanta fuerza en la construcción de nuestro capullo que no nos sobra energía para salir de él. Estos capullos son tejidos por nuestros propios deseos, creencias, instintos, voluntades y actitudes, además de los bienes materiales que conquistamos o por los cuales aprendemos a luchar.
Śrī Aurobindo dice lo siguiente: “La naturaleza humana tiende, debido a su esencia, a permanecer vinculada al cordón del ego. Aunque intentemos huir de él, él está frente a nosotros mismos o puede esconderse como una sombra detrás de nuestros pensamientos y acciones. El primer paso es reconocer esa realidad. El segundo es discernir la falsedad y lo absurdo de los movimientos del ego. Intimidarlo y rechazar a cada paso será el tercero. Sin embargo solamente desaparecerá por completo cuando consigamos percibir, experimentar y sentir lo Único en todas las cosas y en cualquier lugar”. A practical Guide to integral yoga.
El ego es la interfaz que nos ayuda a actuar en el mundo. No hay nada de errado con él. El mayor problema es que nos identificamos con él a tal punto que acabamos por perder de vista nuestra esencia y nuestra propia razón de vivir.
Cuando esa identificación total con el ego sucede, acabamos por percibirnos como entidades separadas de la existencia y de la creación. De esa forma, pasamos a ver el mundo únicamente en términos de objetos por los cuales podemos sentir apego o aversión (rāga / dveśa). Así, nuestra vida transcurre en un incesante cambio de estados anímicos que reflejan esos dos polos.
La palabra usada por los yoguis para designar el ego es ahaṁkāra, Qué significa "yo-hacedor". Deriva de los términos aham, "Yo", y kāra, "hacer". Así, ahaṁkāra distingue aquel principio de la individualidad que cree estar haciendo y que actúa en el mundo de acuerdo con esa visión de la separación: "Yo-hacedor estoy haciendo aquí y no precisó de nada más ni nadie más".
Es por esto que el ego es considerado el gran Villano en la filosofía hindú, en general, y en el yoga, en particular. Haciendo una lectura de los símbolos del épico Rāmāyāna, podremos percibir que el ego es presentado como el demonio Rāvaṇa, el secuestrador del alma, qué armado con los cinco órganos de los sentidos y los cinco órganos de acción, representados por sus 10 cabezas, secuestra nuestra esencia trascendente, el alma, representada en el Rāmāyāna por la princesa Sītā.
Sītā es llevada al mundo inferior la isla de Śri-Lanka y mantenida presa en un jardín interior del Palacio de Rāvaṇa, el cual representa la experiencia del mundo sensorial. Ahí, ella mantiene su fuerza interior concentrada en Rāma. Sin embargo, él no consigue rescatar a la princesa sin la ayuda de Hanumān, el Dios mono, qué es la propia encarnación de la fuerza vital (prāṇa).
La raíz de la dictadura de ego es la ignorancia, avidyā. Cuando la ignorancia desaparece, el ego pasa a ocupar el lugar que le corresponde. Esto sucede en un proceso en que se alcanza un estado de conciencia llamado samādhi. Entonces, la esencia (ādhyātma), se revela, y como Patañjali aclara (Y.S. I-3)"reposa en su propia naturaleza (svārūpa)".

Corazón: la luz al final del túnel
Incluso el ego no se limita sólo al interior de la piel, él también sucede en el cuerpo con el cual se identifica. La conexión entre el ego y el cuerpo parece estar a la altura del corazón. Las escrituras del yoga están llenas de referencias a la importancia del corazón en la jornada interior por la búsqueda de la esencia. Veamos el siguiente pasaje:
"Dentro del corazón, en una pequeña cavidad, reposa el universo. Un fuego arde ahí, irradiando en todas las direcciones" Mahānārāyaṇa Upanishad, XIII:9
Por lo tanto, el corazón es considerado como el puente entre lo finito y lo infinito, entre el cuerpo y el espíritu. En la fisiología sutil del tantrismo, existe un nudo psíquico (granthi) en el chakra cardíaco que limita a través de los karmas la experiencia de la conciencia infinita sólo al ego, al psiquismo y al cuerpo físico. Ese nudo precisa ser deshecho a través del despertar de la energía psíquica latente en los chakras inferiores antes que ella se manifieste en los superiores.
En el shivaismo de cachemira, esa limitación recibe el nombre de ātma saṁkocha, o contracción del yo. Esa contracción comienza en el nivel emocional en el corazón con el individuo percibiendo sé como una entidad separada, aislada y diferente del universo que lo rodea.
Así, surge el gran obstáculo, el primer producto de la ignorancia: el miedo. Es a partir del miedo que se desencadenan los pares de opuestos como placer-dolor, amor-odio, bien-mal, etcétera. A nivel mental, esa contracción inicial del yo se manifiesta en la forma de la duda. Pasamos a dudar de nuestra realidad interior, de la dimensión Real del ser que somos o del lugar que ocupamos en el universo. Esta situación es como una tela hecha de nosotros que nos mantiene presos en el capullo de ego, convertidos en pupas indefensas, víctimas de nuestra propia ignorancia innata.
Repetimos entonces, la tercera pregunta con la que iniciamos este texto: ¿Cómo podemos salir del estado de ignorancia? Usando diferentes herramientas el Yogui intenta cortar los nudos psíquicos y liberar la conciencia de las amarras que la aprisionan. Sin embargo, esa aparente esclavitud del alma es apenas ilusoria, aunque para la persona no iluminada esa sea la única realidad existente. Esta situación ocurre porque ella está enredada en sus propios karmas y no consigue ver más allá. La Muṇḍaka Upanishad nos dice bellamente que "deshaciendo los nudos del corazón nos tornamos inmortales".

Resumiendo, cuándo se desvanece la falsa identidad con el ego, la mente y el cuerpo, nos percibimos de hecho como aquello que siempre fuimos: el Puro Ser, incondicionado, feliz y pleno. La aniquilación de esta falsa identidad se llama samādhi, que significa concentración intensa.
Para el Yogui, el camino de la iluminación está lleno de pruebas, y es semejante a las difíciles experiencias que sufre el príncipe Rāma para rescatar a su amada de las garras del demonio. Durante estas pruebas, el practicante es desafiado a dejar de identificarse con las manifestaciones o con los diferentes aspectos de ego, refinando cada vez más sus percepciones sutiles.
De esta forma, conforme el aspirante progresa en la práctica, etiquetas como yo y mío van perdiendo el sentido que antes tenían. Esta sensibilización creciente desenvuelve la capacidad de abandonar todo aquello que pueda estar ayudando al ego a ocultar la realidad trascendental. Para que esto pueda suceder es preciso que pasemos por la experiencia de abrir el corazón.

Buenas Prácticas

2 comentarios:

  1. Gracias Rodrigo, me gustaría que pudieras comentar un poco más acerca de este bello camino entre la identificación con el ego y el samadhi, particularmente en relación a las elecciones y decisiones que hacemos en nuestra vida.

    Mencionas que tras la ignorancia y el miedo surge la lógica dual, donde la mente comienza a "comparar", "optimizar", buscando "lo mejor", lo que "me conviene". Entendiendo la elección libre como un motor en este camino de crecimiento, ¿hay "mejores" elecciones que otras?

    ¿Van cambiando los criterios de decisión del yogui en la medida que avanza hacia el samadhi, como por ejemplo desde estar centrado en lo que "me gusta" y "me hace sentir bien" hacia algo como "lo que necesito para evolucionar"?

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    1. Estimado Juan Eduardo, muchas gracias por tu comentario y preguntas. Creo que tus preguntas tiene muchas aristas interesantes, por lo que te pido un tiempo para intentar una respuesta que las considere en forma amplia.

      Que tengas un buen día.

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