miércoles, 9 de agosto de 2017

Śuka y el pote de aceite del rey Janaka: Viviendo el Yoga en la Vida Real


Traducido del Portugués de la versión de Pedro Kupfer
Esta es la historia del joven yogui Śuka y el rey Janaka, padre de la princesa Sītā, heroína del épico Rāmāyāna.
Esta historia muestra algo por lo cual todos nosotros pasamos en algún momento de nuestras vidas en relación al Yoga: ¿cómo conjugar la vida trepidante de nuestros días, con el estado de paz requerido para vivir en Yoga? Al mismo tiempo, la historia nos da una sugerencia para pasar a través de esa situación y salir victoriosos.
En aquellos tiempos, la civilización hindú estaba en su auge: la gloria del país era la gloria del pueblo. El rey Janaka era muy justo y sabio y su reino, Mithila, brillaba con esplendor. El pueblo estaba muy feliz por tener un rey como él.
Él administraba el reino con rectitud y justicia, y al mismos tiempo era el mecenas de los yoguis, siendo considerado el mismo un santo.
Había recibido Brahmajñāna (conocimiento del Ser) del propio Yājñavalkya (Un sabio legendario). La más antigua de las Upaniṣads, Brihadāraṇyaka, es el diálogo sobre conocimiento trascendental entre este rey y el sabio.
Śuka era muy inteligente y quería siempre aprender más y más. Su problema era la falta de humildad. Para dar un cambio en la situación, su padre, Vyāsa, lo envió a la corte de Janaka, para que aprendiese con él.

Śuka fue muy bien recibido en la corte, donde el propio rey lavó sus pies y le dio magníficos aposentos.
Despues de algunos días viviendo en el lujo del palacio, el yogui comenzó a preguntarse como el rey podría ser tan sabio en el medio de ese lugar.
“La mente del sabio debe buscar soledad y evitar la pompa, la ostentación y la riqueza”, pensaba Śuka.
Un día, él se dirigió al rey y le dijo: “O rey, he disfrutado de su hospitalidad, mas estoy cansado de tanto lujo. En verdad, vine buscando el Brahmajñāna.”
“Como puede ser Usted un brahmajñāni en medio a esta riqueza y pompa? Como puede usted mantener al mismo tiempo sus deberes reales y la  realización espiritual?”
El rey le respondió: “Maharaj, he aquí un pote lleno de aceite hasta el borde. Por favor, tómelo y de una vuelta entera al rededor del palacio.”
“Sin embargo, mantenga en su mente que usted no debe dejar caer siquiera una gota de aceite. Si eso sucediera  usted perderá el derecho a la respuesta de su pregunta.”
El yogui pensó que era una condición bien extraña, pero así y todo comenzó a hacer lo que el rey le había pedido.
Salió y comenzó a hacer la circunvolución del palacio. En un primer momento, se cruzó con un grupo de bailarinas, más continuó andando con la mente fija en el pote con aceite.
Después, cruzó con un grupo de personas haciendo un banquete, bebiendo y haciendo algarabía. Continuó andando con el pensamiento fijo en el pote.
A continuación, se cruzó con un grupo de jóvenes bromeando y prosiguió con la mente centrada en la tarea.
Muchas otras situaciones surgieron a lo largo del camino, mas mantuvo el pensamiento centrado en no derramar ni una gota de aceite.
Al terminar la vuelta al palacio, llegó frente al rey y le dijo: 'He aquí su pote de aceite, Oh rey”.
Janaka quedó muy satisfecho con la tarea de śuka y le preguntó:” Diga, mi joven, ¿qué fue lo que usted vio al dar la vuelta en torno a mi palacio? Descríbame las riquezas y las maravillas que usted vio”.
“No vi nada, rey, excepto este pote de aceite. Mi atención estaba fija únicamente en el para evitar que no cayese  ni siquiera una sola gota”.
“Esa, reverendo sabio, es la respuesta a su pregunta. Cuando un hombre vive en este mundo, pero con la mente fijamente concentrada en la verdad, él no se distrae con los encantos mundanos ni se deja atrapar en las trampas de los sentidos".

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