miércoles, 23 de agosto de 2017

Āsana En Ruta De Colisión 1/2

por Pedro Kupfer (Traducido del portugués)

Imagina, por un lado, un yogui bien intencionado, practicando āsanas con devoción y disciplina, siguiendo estrictamente las instrucciones de su profesor o del método escogido. En el otro lado, el orden de Īśvara, la Inteligencia Ilimitada, manifestada en la forma de la fisiología, la kinesiología y la biomecánica.

¿Crees que hay posibilidad de colisión entre ambos? Los accidentes pueden ocurrir en cualquier circunstancia, y queremos naturalmente evitarlos. Cuando nos enfrentamos con el orden de Īśvara en esos aspectos o en cualquier otro, no hay negociación posible: o aceptamos las cosas como son, o creamos problemas para nosotros mismos.

Hemos visto, con preocupación, una tendencia en el Yoga que se practica hoy en día a confundir medios y fines, y mezclar hechos de índole física, como son las acciones que tienen lugar en la práctica de āsana, con eventos "kármicos", mentales, emocionales o emocionales energéticos.

Dado que esta mezcla puede ser explosiva y potencialmente perjudicial para la salud física y la emocionalidad de quien practica en ese limbo, resolvemos escribir este texto. Así, invitamos al amigo lector a considerar como va su relación con las prácticas del Yoga y los objetivos que nos proponemos realizar a través de ellas.

El yoga es para la libertad.

El objetivo del Yoga es la libertad. Practicamos Yoga para liberarnos de nuestros condicionamientos y creencias limitantes, que nos mantienen presos en la red de dolor y sufrimiento. Este objetivo se alcanza a través de un proceso preparatorio, del cual las prácticas físicas son una parte muy pequeña, y que incluye también la preparación del cuerpo sutil, las emociones y los pensamientos.

Este proceso se llama, en sánscrito, antaḥkarāṇaśuddhi, o purificación del psiquismo, el llamado "órgano interno", que está constituido por la mente, el ego y la inteligencia. El proceso incluye la reevaluación de nuestros valores y actitudes.

Āsana ¿para qué?

¿Con qué objetivo practicamos? ¿Cuál sería la razón para ampliar tanto la movilidad, por ejemplo, de la cadera o de la columna vertebral? El buen sentido indica que en un cuerpo funcional, capaz de realizar las tareas cotidianas, tanto en el trabajo y en actividades que apreciamos, como hobbies o deportes, las articulaciones necesitan tener movilidad, pero en el grado correcto.


Además de la amplitud de movimiento, la salud de una articulación se construye también con estabilidad y fuerza. Los músculos sanos, por su parte, no sólo necesitan tener elongación, sino también de tonicidad, resistencia y fuerza.

Así, el objetivo de la práctica de āsana a la luz de la meta del Yoga es dar al cuerpo libertad de movimientos, salud y longevidad. En términos sutiles, los āsanas pueden promover el desbloqueo de energías reprimidas y la disolución de corazas de tensión crónica, pero debe quedar claro que ese proceso de estimular el flujo del prāṇa, la fuerza vital, no es el objetivo final de la práctica.

Una vez preparados el cuerpo y la mente a través de esas prácticas, estamos calificados para completar el proceso cognitivo de reconocernos a nosotros mismos como libertad, plenitud y ausencia de limitaciones.

La práctica de mantras, āsanas y prāṇāyāmas es una extensión del proceso meditativo, llamado nidhidhyāsana, que tiene como objetivo llevar a los diferentes momentos del cotidiano la conciencia de la unidad y la plenitud que permea la creación y está presente en todo y en todos. Practicamos la visión de la no separación dentro de la sala, para luego extender esa visión para todos los actos del día a día.

Practicar por toda la vida.

Esto implica, si consideramos el Yoga como un estilo de vida, construir una relación ecuánime y de largo plazo con la práctica. Y evitar, evidentemente, la actitud de practicar desde la ansiedad o desde la desesperación, como si no hubiera mañana o como si el mundo terminara antes de nuestro centésimo octavo sūryanamaskār.

Es más sabio practicar algunas veces por semana, con intensidad moderada, evitando el desgaste natural de las articulaciones por el exceso de repetición de movimientos o por el trabajo en el límite de las mismas.

También es necesario comprender cuáles son las posturas que debemos adoptar y cuáles las que debemos dejar fuera de nuestra práctica, a cada fase de la vida: lo que vale a los 20 años de edad no vale necesariamente a los 50. Lo qué podemos hacer a los 30 no siempre puede hacerse a los 70.

Chi va piano, va sano y va lontano.

Recuerdo bien una conversación que tuve con el profesor Hermógenes hace más de una década en la que me dijo que, al llegar a los 80 años de vida, tuvo que dejar de hacer la postura de inversión sobre la cabeza, śirṣāsana. Saber que alguien practicó esa postura con buenos resultados hasta los 80 es una fuente de inspiración para cualquiera.

Sin embargo, si no prestamos atención en el sentido de evitar comprimir los discos intervertebrales de la región cervical al hacer esa postura (lo que se hace colocando el peso del cuerpo en los brazos), es muy probable que no consigamos seguir el paso del profesor.

Digo esto pues, poniendo excesiva presión y repetidas veces el peso del cuerpo sobre las vértebras cervicales, podremos desgastar o lesionar los discos en unos pocos años de práctica y tendremos que parar. Como dicen los italianos, chi va piano, va sano y va lontano. Quien va despacio, va sano y va lejos. Este sabio consejo de la sabiduría popular no necesita ser ignorado.

Las limitaciones de la práctica.

También hay que recordar que los āsanas no resuelven "problemas kármicos" (sea lo que ese pleonasmo significa), ni problemas prácticos de ninguna índole. No traen sabiduría ni iluminación. Su práctica es para el cuerpo físico y, en el mejor de los casos, también para el cuerpo vital. La idea de que este tipo de práctica va a resolver problemas en otros niveles es un equívoco grave que aún puede producir nuevos problemas para el cuerpo, si se hace de la manera inadecuada.

Esto suma, a los problemas no resueltos, situaciones potencialmente indeseables para el cuerpo y aún puede producir intensa tristeza o baja autoestima, cuando observamos que fracasamos como practicantes y vemos que hay a nuestro lado personas que, al parecer, son exitosas en esta búsqueda.

Los karmas, las acciones, se hacen con los órganos de acción: manos, habla, pies, reproducción y excreción. Si creamos situaciones indeseables para nosotros mismos y para los demás usando estos órganos, no será por el uso ciego y continuado de los mismos que resolveremos estas situaciones, sino a través del cambio de actitud que es fruto de la reflexión, la madurez emocional, la experiencia y el aprendizaje con los propios errores pasados.

Contribuciones de Occidente.

Si hubo una contribución por parte de los profesores occidentales a la práctica de los āsanas del Haṭha Yoga, fue justamente en el sentido de alertar sobre los límites naturales del cuerpo humano. En ese sentido, con mucha reverencia, debemos escuchar lo que la medicina, la kinesiología, la biomecánica, la fisiología y la anatomía tienen que decirnos sobre este templo en el que vivimos.

Esas contribuciones, que nos ayudan a construir una práctica más segura y una relación a largo plazo con el propio Yoga, no deberían ser ignoradas, especialmente en este momento de efervescencia en el que nuevos métodos y nuevas tradiciones surgen como hongos después de la lluvia. Aún más si consideramos que algunos de estos métodos novedosos son potencialmente dañinos a la integridad física de quienes los practican con la actitud equivocada o teniendo el biotipo equivocado.

Dolores constructivos y dolores destructivos.

Es bueno recordar que, dentro del sistema músculo-esquelético, pueden ocurrir dos tipos de dolores: las musculares y las articulares. Los dolores musculares en la práctica de āsana son, “por lo general”, positivos, en el sentido que nos muestran que estamos alargando o fortaleciendo la musculatura.

No hay nada malo en relación con esto. Por otra parte, dolores articulares, sea en los tobillos, rodillas, cadera, lumbar, cervical, hombros, codos o puños, son negativos y potencialmente destructivos.

Estos dolores dentro de las articulaciones, al manifestarse, nos dicen que estamos colocando el cuerpo en posturas potencialmente dañinas. Los dolores articulares que persisten, que van más allá de la natural incomodidad muscular que podemos sentir cuando practicamos āsanas al estar tensos, deben ser tenidos en cuenta. Al oír el cuerpo, comprender y atender a sus necesidades, evitamos lastimarlo.

Sin embargo, inexplicablemente, hay algunas personas en el Yoga que creen que las leyes de la física no se aplican a los cuerpos de los practicantes. El hecho de basarse en este tipo de presunción puede ser peligroso para la integridad física.


---------------------- continua en segunda parte ------------------------

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