El jíva
no es material ni inmaterial, sino que aparece en la unión o superposición de
la conciencia y la materia. Contempla este universo y el propio yo como el
absoluto Brahmán, el ser omnipresente
e indescriptible. Cuando este ser piensa, se conoce como mente. Pero esa mente
no es otra cosa que el poder de Brahmán,
no diferente a Brahmán mismo. La
división de yo y lo otro sólo es un ilusorio reflejo de sí mismo sobre sí
mismo. La verdadera realidad de ese reflejo es el propio Brahmán; la mente es Brahmán
mismo.
Aquí y allá, ahora y siempre, este poder de Brahmán se manifiesta como lo uno y lo
otro, como yo y como mundo. Pero estas manifestaciones sólo son el reflejo de
su shakti, no una creación real.
La creación, el cambio, la existencia y la
destrucción, sólo se producen en Brahmán.
La acción y el agente, el nacimiento y la muerte, la existencia en suma, es Brahmán y nada más que Brahmán. No existe nada diferente a él,
ni siquiera en la imaginación. La ilusión, el deseo, la codicia y el apego no
existen realmente. ¿Cómo podrían existir si no hay dualidad alguna?
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