Por
Pedro Kupfer (traducido del portugués)
La palabra āsana (masculino en sánscrito) significa literalmente
“asiento”. Originalmente, designaba tanto el lugar para sentarse como la propia
postura, en la cual se practicaba y todavía se practica la meditación.
Posteriormente, con la llegada del Haṭha
Yoga, este término amplió su significado, pasando a cubrir el significado de cualquier
postura física. Observando la literatura tradicional del Haṭha percibimos como, a lo largo del tiempo, los
āsanas van progresivamente ganando más y más relevancia.
En el Gorakṣa
Paddhati, antiguo texto atribuido al propio Gorakṣa, creador del Haṭha
Yoga, se dice que son 84 āsanas fundamentales, mas ellos no son listados ni
descritas: “Existen tantas posturas como seres vivos. [Sólo] Maheśvara [Śiva] las
conoce todas. De las 840.000, se menciona una para cada [10000]. Así, creó Śiva
84 āsanas (pīthas) [para los yogis]” (I:8-9).
En el Haṭha
Yoga Pradīpikā, que es posterior, figura una lista de 15 posturas, con
descripciones muy claras. Ya en el Gheraṇḍa
Saṁhitā, que es aún más reciente,
aparece una lista de 32 posiciones acompañada de la descripción de cada una.
El Śiva Saṃhitā,
el texto más reciente y elaborado de esta tetralogía del Haṭha describe sólo cuatro posturas, en el siguiente
pasaje: “Existen 84 posturas diferentes. De estas, cuatro deberán ser adoptadas,
de la siguiente forma: siddhāsana, padmāsana ugrāsana y svāstikāsana” (III:84).
Hoy en día atestiguamos un crecimiento
desmesurado en la importancia dada a la práctica
de āsanas, lo que es hecho en detrimento de las demás prácticas como meditación,
mudrās y prāṇāyāma sobre las cuales, en
general, las personas que practican actualmente saben poco. Este énfasis casi
exclusivo en las técnicas que involucran al cuerpo acabó, infelizmente, por
empobrecer al Haṭha Yoga.