- Traducido de un artículo de Pedro Kupfer
Cierto grado de organización y madurez mental y emocional es esencial para
que comprendamos como somos y funcionamos. La palabra sánscrita abhyāsa,
traducida generalmente como práctica constante, significa literalmente
“repetición”. Hay dos formas de interpretar este término: una positiva y otra
negativa.
La positiva consiste en ejercer conciente y diligentemente la atención a lo
largo del día entero. En su aspecto negativo, este término se refiere a la
repetición de los patrones de reacción (llamados saṁskāras) que deben ser superados
mediante una actitud consciente que requerimos tener para conseguir aprender
con las diferentes experiencias.
Existen solamente dos maneras de actuar en el mundo: una automática y otra
conciente. La repetición automática no nos permite aprender nada nuevo.
Simplemente reaccionar de manera mecánica, repitiendo y reforzando todavía más
los patrones y propensiones subconcientes, como máquinas: cuando un botón es
presionado, una reacción sucede. Esto hace que pasemos por las diferentes
experiencias sin conseguir crecer a través de ellas. En este sentido,
necesitamos anular este aspecto negativo de abhyāsa cultivando las actitudes
concientes en cada acción.
La profesora de Vedānta Gloria Arieira nos enseña que el hecho de vivir en
un āśram (comunidad de yogis) por ejemplo, puede tornarse todo un aprendizaje,
pues es una experiencia inapreciable para conseguir sacarnos del patrón saṁskārico. Ella
vivió por varios años en el āśram de Swāmi Dayānanda, con quien tuve el
privilégio de convivir y aprender.
Gloria nos explica que el guru es al mismo tiempo padre y madre. Los
discípulos, son como hermanos, que a veces compiten entre si por el amor de la
madre o por el cariño o la atención del padre. Cuando intentamos hacer que este
padre-madre que es el guru entre en nuestro juego, él nos muestra, como en un
espejo, la manera en que somos y reaccionamos. De esta forma, él nos desarma y
nos hace quebrar los patrones mecánicos a través de la acción conciente.
Así, conseguimos compreender que no somos el psiquismo, y nos separa de sus
contenidos, como la rabia, el miedo y otras emociones destructivas que nos
inmovilizan. Conseguimos, entre otras cosas, percibir que exite una distancia
real entre nosotros mismos y nuestros deseos, rabias y demás sentimientos.
Esta oración es realizada por los jovenes del sur de la India una vez por año, en la
ceremonia de cambio de yajñopavitam (cordón bramínico). Ella nos ayuda a
percibir esta distancia entre nosotros y nuestros pensamientos:
“Salutaciones. Fue el deseo que hizo, fue el deseo el que hizo y hace. Yo no
hago. El deseo es el agente de acción, no soy yo. El deseo es la causa de la
acción, no yo. Oh deseo!!, a Ud, que posee forma encantadora, ofrezco esta
oración.
Salutaciones. Fue la rabia que hizo, fue la rabia la que hizo y hace. Yo no
hago. La rabia es el agente de la acción, no soy yo. La rabia es la causa de la
acción, no yo. Oh rabia!!, a Ud, que posee forma encantadora, ofrezco esta
oración”.
¿Actuar o reaccionar?
Positivamente, abhyāsa significa observar constructivamente a nuestro psiquismo,
a la distancia, comprendiendo su estructura y funcionamiento y, al mismo
tiempo, dejar de identificarse con sus contenidos, pensamientos y sentimientos.
Es preciso que comprendamos los patrones que nos empujan a la reacción
automática.
Desde el aspecto positivo, abhyāsa es la capacidad de compreender los
patrones subconcientes que subyacen y predeterminan nuestras reacciones
mecánicas, antes que estas acontezcan. De esta manera, estaremos actuando
libremente, en lugar de reaccionar como máquinas.
Concluimos este “sūtra” con las palabras del comentarista Vyāsa: “La
ausencia de fluctuaciones o calma absoluta es stithi, la estabilidad. La
fuerza, la energía y el entusiasmo, el esfuerzo constante y repetido para
alcanzar esta (estabilidad) recibe el nombre de abhyāsa, práctica responsable y
constante”
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