De la tormenta causada por la triple miseria
existencial
viene la búsqueda por el medio de destruirla.
¿Será esa búsqueda inútil?
No, pues el resultado obtenido por los medios comunes
no trae la seguridad ni tampoco es definitivo.
Este texto tiene como objetivo trazar un mapa y apuntar en
direcciones posibles para el crecimiento interior usando las herramientas y la
visión que el yoga tiene del ser humano. Por esto antes de abordar los asuntos
mencionados en el título, necesitaremos primeramente, hacernos algunas
preguntas que servirán como punto de partida para nuestra reflexión. Estas
preguntas son tres:
·
¿Cuál es el primer error?
·
¿Dónde comienza este?
·
¿Cómo podemos librarnos de él?
La primera pregunta tiene una respuesta fácil, pues según
Patañjali el primero y más básico error del ser humano es la ignorancia.
Ignorancia aquí no significa falta de inteligencia o agilidad mental. La
palabra avidyā, en sánscrito, se refiere a un otro tipo de ignorancia; se
refiere a la incapacidad de responder a la pregunta ¿quién soy yo? Recordemos
que el objetivo del yoga es abolir la conciencia burda en beneficio de una
conciencia Superior y a través de ella absorbernos en el principio consiente
llamado Puruṣa. Que en otras palabras puede querer decir ¿Cuál es mi esencia,
quién es mi verdadero Ser?
La segunda pregunta pide una reflexión más profunda, ya que no
existe inicio para la ignorancia humana. Ella nos acompaña desde antes de
nuestro nacimiento. En esta vida, la ignorancia comienza junto con la primera
inspiración que hacemos al nacer. Junto con esa primera inspiración, comienza
un proceso gradual de identificación del ego y la mente con el cuerpo, que se intensificará
conforme crecemos.
La tercera pregunta requiere de más reflexión aún y será
respondida a lo largo de este texto. La afirmación anterior según la cual la
ignorancia nos acompaña desde antes del nacimiento, no incluye necesariamente
la creencia de la metempsicosis (reencarnación), sin embargo está
explícitamente incluida en los aforismos del yoga de Patañjali, así como en la
totalidad de las escrituras del yoga de la antigüedad. No necesitamos de
detenernos en estos detalles Pues aunque no aceptemos la teoría de la
trasmigración de las almas, el yoga puede hacer una tremenda diferencia en
nuestras vidas. Basta pensar que, aunque la ignorancia sea innata, ¡es posible
librarse de ella!
Karma é ignorancia existencial
Patañjali menciona en el yoga sutra el término jati,
Qué significa herencia o nacimiento. El término jati define el
nacimiento humano sólo como una de las fases de una sucesión de innumerables
nacimientos, vidas y muertes, un proceso conocido como saṁsāra, qué
puede ser Comparado a una rueda que gira incesantemente, manteniendo las almas
aprisionadas a través de la ley de causalidad (karma).
El destino individual es definido por cada uno de nosotros,
pues, siendo dotados de libre albedrío, podemos siempre optar entre lo correcto
y lo equivocado y, consecuentemente, liberarnos de los condicionamientos de
modo de salir de la rueda del saṁsāra.
Sin embargo, conforme el error existencial se va agravando,
nuestras creencias y miedos se van cristalizando y acabamos por asemejarnos a
una pupa, presa dentro del capullo que ella misma tejió, y de la cual no puede
más salir.
Casi todos nosotros, seres humanos, somos como la pupa que no
consigue liberarse y que no teniendo fuerzas para salir de la prisión fabricada
por sí misma, va muriendo dentro de ella. No conseguimos trascender, no
conseguimos observar la realidad que se esconde detrás del mundo de las
apariencias.
La dictadura del ego.
Gastamos tanta fuerza en la construcción de nuestro capullo
que no nos sobra energía para salir de él. Estos capullos son tejidos por
nuestros propios deseos, creencias, instintos, voluntades y actitudes, además
de los bienes materiales que conquistamos o por los cuales aprendemos a luchar.
Śrī Aurobindo dice lo siguiente: “La naturaleza humana tiende,
debido a su esencia, a permanecer vinculada al cordón del ego. Aunque
intentemos huir de él, él está frente a nosotros mismos o puede esconderse como
una sombra detrás de nuestros pensamientos y acciones. El primer paso es
reconocer esa realidad. El segundo es discernir la falsedad y lo absurdo de los
movimientos del ego. Intimidarlo y rechazar a cada paso será el tercero. Sin
embargo solamente desaparecerá por completo cuando consigamos percibir,
experimentar y sentir lo Único en todas las cosas y en cualquier lugar”. A
practical Guide to integral yoga.
El ego es la interfaz que nos ayuda a actuar en el mundo. No
hay nada de errado con él. El mayor problema es que nos identificamos con él a
tal punto que acabamos por perder de vista nuestra esencia y nuestra propia
razón de vivir.
Cuando esa identificación total con el ego sucede, acabamos
por percibirnos como entidades separadas de la existencia y de la creación. De
esa forma, pasamos a ver el mundo únicamente en términos de objetos por los
cuales podemos sentir apego o aversión (rāga / dveśa). Así, nuestra vida
transcurre en un incesante cambio de estados anímicos que reflejan esos dos
polos.
La palabra usada por los yoguis para designar el ego es ahaṁkāra,
Qué significa "yo-hacedor". Deriva de los términos aham,
"Yo", y kāra, "hacer". Así, ahaṁkāra
distingue aquel principio de la individualidad que cree estar haciendo y que
actúa en el mundo de acuerdo con esa visión de la separación: "Yo-hacedor
estoy haciendo aquí y no precisó de nada más ni nadie más".
Es por esto que el ego es considerado el gran Villano en la
filosofía hindú, en general, y en el yoga, en particular. Haciendo una lectura
de los símbolos del épico Rāmāyāna, podremos percibir que el ego es presentado
como el demonio Rāvaṇa, el secuestrador del alma, qué armado con los cinco
órganos de los sentidos y los cinco órganos de acción, representados por sus 10
cabezas, secuestra nuestra esencia trascendente, el alma, representada en el
Rāmāyāna por la princesa Sītā.
Sītā es llevada al mundo inferior la isla de Śri-Lanka y mantenida
presa en un jardín interior del Palacio de Rāvaṇa, el cual representa la
experiencia del mundo sensorial. Ahí, ella mantiene su fuerza interior
concentrada en Rāma. Sin embargo, él no consigue rescatar a la princesa sin la
ayuda de Hanumān, el Dios mono, qué es la propia encarnación de la fuerza vital
(prāṇa).
La raíz de la dictadura de ego es la ignorancia, avidyā.
Cuando la ignorancia desaparece, el ego pasa a ocupar el lugar que le
corresponde. Esto sucede en un proceso en que se alcanza un estado de conciencia
llamado samādhi. Entonces, la esencia (ādhyātma), se revela, y
como Patañjali aclara (Y.S. I-3)"reposa en su propia naturaleza (svārūpa)".
Corazón: la luz al final del túnel

"Dentro del corazón, en una pequeña cavidad, reposa el
universo. Un fuego arde ahí, irradiando en todas las direcciones" Mahānārāyaṇa
Upanishad, XIII:9
Por lo tanto, el corazón es considerado como el puente entre
lo finito y lo infinito, entre el cuerpo y el espíritu. En la fisiología sutil
del tantrismo, existe un nudo psíquico (granthi) en el chakra
cardíaco que limita a través de los karmas la experiencia de la conciencia
infinita sólo al ego, al psiquismo y al cuerpo físico. Ese nudo precisa ser
deshecho a través del despertar de la energía psíquica latente en los chakras
inferiores antes que ella se manifieste en los superiores.
En el shivaismo de cachemira, esa limitación recibe el nombre
de ātma saṁkocha, o contracción del yo. Esa contracción comienza en el
nivel emocional en el corazón con el individuo percibiendo sé como una entidad
separada, aislada y diferente del universo que lo rodea.
Así, surge el gran obstáculo, el primer producto de la
ignorancia: el miedo. Es a partir del miedo que se desencadenan los pares de opuestos
como placer-dolor, amor-odio, bien-mal, etcétera. A nivel mental, esa
contracción inicial del yo se manifiesta en la forma de la duda. Pasamos a
dudar de nuestra realidad interior, de la dimensión Real del ser que somos o
del lugar que ocupamos en el universo. Esta situación es como una tela hecha de
nosotros que nos mantiene presos en el capullo de ego, convertidos en pupas
indefensas, víctimas de nuestra propia ignorancia innata.
Repetimos entonces, la tercera pregunta con la que iniciamos
este texto: ¿Cómo podemos salir del estado de ignorancia? Usando diferentes
herramientas el Yogui intenta cortar los nudos psíquicos y liberar la
conciencia de las amarras que la aprisionan. Sin embargo, esa aparente
esclavitud del alma es apenas ilusoria, aunque para la persona no iluminada esa
sea la única realidad existente. Esta situación ocurre porque ella está
enredada en sus propios karmas y no consigue ver más allá. La Muṇḍaka
Upanishad nos dice bellamente que "deshaciendo los nudos del corazón nos
tornamos inmortales".
Resumiendo, cuándo se desvanece la falsa identidad con el ego,
la mente y el cuerpo, nos percibimos de hecho como aquello que siempre fuimos:
el Puro Ser, incondicionado, feliz y pleno. La aniquilación de esta falsa
identidad se llama samādhi, que significa concentración intensa.
Para el Yogui, el camino de la iluminación está lleno de pruebas,
y es semejante a las difíciles experiencias que sufre el príncipe Rāma para
rescatar a su amada de las garras del demonio. Durante estas pruebas, el
practicante es desafiado a dejar de identificarse con las manifestaciones o con
los diferentes aspectos de ego, refinando cada vez más sus percepciones
sutiles.
De esta forma, conforme el aspirante progresa en la práctica,
etiquetas como yo y mío van perdiendo el sentido que antes tenían. Esta
sensibilización creciente desenvuelve la capacidad de abandonar todo aquello
que pueda estar ayudando al ego a ocultar la realidad trascendental. Para que
esto pueda suceder es preciso que pasemos por la experiencia de abrir el
corazón.
Buenas Prácticas
Gracias Rodrigo, me gustaría que pudieras comentar un poco más acerca de este bello camino entre la identificación con el ego y el samadhi, particularmente en relación a las elecciones y decisiones que hacemos en nuestra vida.
ResponderEliminarMencionas que tras la ignorancia y el miedo surge la lógica dual, donde la mente comienza a "comparar", "optimizar", buscando "lo mejor", lo que "me conviene". Entendiendo la elección libre como un motor en este camino de crecimiento, ¿hay "mejores" elecciones que otras?
¿Van cambiando los criterios de decisión del yogui en la medida que avanza hacia el samadhi, como por ejemplo desde estar centrado en lo que "me gusta" y "me hace sentir bien" hacia algo como "lo que necesito para evolucionar"?
Estimado Juan Eduardo, muchas gracias por tu comentario y preguntas. Creo que tus preguntas tiene muchas aristas interesantes, por lo que te pido un tiempo para intentar una respuesta que las considere en forma amplia.
EliminarQue tengas un buen día.